Crítica cinematográfica: “Company of Heroes”

Estrenamos sección en nuestra web: “críticas cinematográficas”. No, no es que hayamos cambiado nuestras queridas maquetas, figuras, pinturas y disolventes, es que hemos pensado que no sólo vivimos de construir y pintar, también nos gusta ver películas ambientadas en la guerra, o documentales, y por supuesto, hablar de los fallitos que cometió el director a usar un Pz.Kpfw.IV Ausf.G en lugar de un H que está cantado que jamás pudo ser así.

Después de esta pequeña introducción, pasamos a la crítica de la película “Company of Heroes” que ha escrito nuestro compañero Daniel Blasco.


“Company of Heroes” o en español “En Compañía de Héroes” es una película bélica que comienza en los últimos días de 1944 en las Ardenas.

Company of HeroesImagen propiedad de filmaffinity.

 Debo adelantar que para mí las películas bélicas no suelen tener medias tintas. Soy furibundamente crítico con ellas, no me vale que sea para pasar el rato o similar. No perdono errores históricos, ni de guión, ni cosas similares.

¿Cómo definirla en una palabra y ahorraros el resto del texto ? ¿Qué palabra podría usar que os diera una idea de lo que vais a ver, que os dijera la calidad del visionado de este film?

Ya lo sé: ¡es un truño!

Esta película es un autentico bodrio que os podéis ahorrar convenientemente y aprovechar vuestro tiempo en hacer cosas más provechosas como contar nubes o sacaros pelotillas del ombligo. Aviso del profuso uso de spoilers para mostrar la magnitud truñera de la película.

Por resumir: Tenemos un pelotón de soldados americanos que tienen una importante misión, repartir unos jamones a un puesto avanzado de las Ardenas -y no, no es un chiste, va totalmente en serio-. Les pillan en una emboscada unos alemanes y se pierden, ¡en Alemania! Allí observan la prueba de una bomba atómica alemana -no tenían otro lugar mejor donde hacerlo-, y deciden que ya que están, se van a destruir la bomba y a salvar al científico que la hace a Stuttgart. Con un par.

A partir de aquí os puedo poner algunos retazos que mostrarán convenientemente y a modo de ejemplo la calidad de la mandanga que se había metido el guionista cuando escribió el libreto para esta peli.

Principio de la peli. Los americanos que van en dos camiones, uno para los jamones y otro para el pelotón que escolta a los jamones -y ni  siquiera eran serranos, oiga-. Emboscada al canto con un mortero y una ametralladora que se salda con un montón de americanos muertos y todos los alemanes también.

Entonces aparece una columna blindada, la 12ss Panzer Division según reza en los subtítulos, que se enfrasca en un desigual combate entre nuestros héroes y los malvados nazis.

Después de unas cuantas bajas americanas más, un montón de alemanes cayendo como masillas de los Power Rangers y un T-34 menos para la División Panzer -si, llevan T-34 y SU-100, cosas de la globalización-; los americanos que quedan se ven rodeados por unas fuerzas alemanas superiores. Hasta que el sargento dice: “deberíamos volver a la base”. Dicho y hecho; la siguiente escena presenta a los americanos andando tranquilamente por la nieve diciendo: “por donde vamos, Joe; ¿por la derecha o por la izquierda?”. Eso es romper contacto con los enemigos, sí señor, limpio y rápido.

Deciden ir por la derecha y después de un rato caminando… “upppsss estamos en Alemania, joer si es que cuando nos da por caminar, ni Forrest Gump”.

Allí dan con un moribundo, que es un espía del OSS y les dice que vayan a Stuttgart a destruir una bomba atómica y para eso les da un nombre y un par de entradas a la ópera. Y claro:

-¿Qué, vamos?
-Por mí vale, que yo no he quedado, ¿y tú?
-Pues, hombre, a mí me esperan mi mujer y mis dos hijos, a los que no conozco, pero si hay que ir al interior de Alemania, vestido con el uniforme americano, sin municiones, sin tener ni puñetera idea de lo qué tenemos que hacer, ni dónde, ni con quién, sin tener ni repajolera idea de alemán, ni del mapa de la ciudad, ni de la situación del objetivo, pues vale, vamos, que fui boy scout y los de Wisconsin somos muy “echaos pa’lante.

Dos minutos después se cruzan con un ¡¡¡ruso!!! Sí señor, un ruso en la frontera occidental de Alemania. Y diréis, esto ya desbarra… Sí, aquí es donde el petardete fumado por el señor guionista empieza a pegar fuerte.

Y cómo ir a Stuttgart. ¿Pillando un taxi?, no, que no tienen suelto. ¿Un avión de Ryanair? Esos vuelos han sido cancelados. Pues se coge un tren y asunto solucionado.

Después de subir al tren pegándose con la mitad del ejército alemán, con unas peleas que provocan vergüenza ajena o risa floja -dependiendo del nivel etílico en sangre- llegan a un vagón en el que están unos prisioneros a los que habían llevado de excursión, y entre ellos un aviador británico con pinta de boxeador chungo que se une al grupo. Y ahora ya tenemos el chiste completo, un ruso, un inglés y dos americanos.

Ahora toca salir del tren pegando unos cuantos tiros más y perderse en la negrura de la noche stuttgartiana.

Por supuesto, el contacto en cuestión resulta ser una muchacha bastante mollar, que a su vez es la hija del científico que ha creado la bomba y que, horrorizado por lo malotes que son los nazis, quiere desertar.

Ahora solo queda entrar en las instalaciones nucleares alemanas, agarrar al científico e irse. Ya se sabe que los planes, cuanto más sencillos, mejor.

 

Las instalaciones nucleares son de nota. Una fábrica cochambrosa con un montón de chatarra tirada por ahí, con unas naves sin ventanas y destrozadas y con ¡una cárcel! Si, amigos, el mejor sitio para tener una cárcel con prisioneros es una instalación nuclear.
Y como sacar a un científico y una bomba de una instalación a la que se supone protegida es para nenazas, el inglés prefiere ir a liberar a los prisioneros.

Pero recapitulemos: para los americanos investigar una bomba nuclear supone tener unas instalaciones bastante impresionantes en mitad de un desierto con un puñado bien gordo de las mentes más brillantes de la primera mitad de siglo XX. Para los alemanes es tener una fábrica de mierda, en mitad de un polígono industrial con un científico con gafas de pasta, una pizarra llena de integrales y símbolos sin sentido y una hija bastante crujiente.

Evidentemente: German Technology, WINS!

Os ahorro el resto, porque os lo podéis imaginar. Solo una escena más para observar la cutrez de esta putrícula.

Han capturado a todos menos al ruso y el oficial malote esta con la pistola amenazando a los buenos mientras que su sección de aproximadamente 40 tipos está detrás mirando. Pues bien, en esto se acerca el ruso, que aparece como Harry Potter, se carga de un tiro al prota malo, después y dedicándoselo al público se gira y empieza a disparar a los alemanes, que sin salir de su estupor empiezan a caer por doquier, excepto dos o tres que huyen despavoridos. Y en esto, yo que hago cuentas y me digo: unos cuarenta alemanes muertos con un MP-40 de a 30 balas el cargador y disparadas en una  ráfaga larga.

Un claro caso de: “yo disparo, y vosotros os vais repartiendo las balas que no me da para todos. Si a alguno le falta que comparta con el compañero”.

Pues así todo.

Como todo en esta vida hay una parte buena; la protagonista nos muestra un candoroso e innecesario desnudo que se agradece entre tanta tontería.

Como conclusión, recordaré la famosa frase de Gandalf “el gris”: “¡huid, insensatos!”.